Se está volviendo costumbre sufrir hasta los descuentos.
La incertidumbre por dar vuelta el marcador provoca una ansiedad que pocos hinchas somos capaces de manejar. Sin embargo, no hay mejor sensación que inflar la red en el último suspiro.
El planteamiento de los primeros 45’ se contrapone rotundamente al de la segunda mitad. Lo anterior, se vio reflejado en el partido contra Palestino, ya que el conjunto tetracolor fue amplio dominador. Las tibias llegadas al arco de Fabián Cerda confirmaron que jugadores como Gabriel Costa no dan el ancho y que Mario Salas sigue siendo testarudo al no dejarlo en el banquillo. Colo Colo sigue regalando un tiempo.
La apertura de la cuenta en el minuto 24, tras un cabezazo de Lucas Passerini, significó que la angustia creciera. El conjunto albo, jugando en la cancha de Arellano, nuevamente se mostró desordenado en la zaga.
Comenzó la segunda mitad y, junto con ello, las ansias para que el Cacique convirtiera. El hincha colocolino presentía que el grito de gol se avecinaba, pues los pases filtrados de Jorge Valdivia y las pasadas del “flaco” Gutiérrez ilusionan a cualquiera. Esto se ratificó con las excelentes tapadas del portero árabe quien, en varias ocasiones, tuvo que intervenir para evitar la igualdad en el marcador.
La ausencia de Paredes por lesión significó que creciera la incertidumbre por un referente de área, ya que ni Parraguez ni Vilches pudieron suplir la baja del capitán albo. Los ingresos de Carlos Villanueva e Iván Morles le dieron frescura al equipo.
En el epílogo del encuentro, Villanueva, quien había ingresado en reemplazo del criticado Costa, controló el balón tras un mal despeje y filtró un perfecto pase para que Morales anotara el 2-1 definitivo, desatando la locura en el Estadio Monumental.
Los canteranos demostraron que son una buena alternativa, sobre todo, teniendo en cuenta que este fin de semana se juega el Clásico número 185 entre Colo Colo y Universidad de Chile.