El ambiente en El Cobre no era el habitual. Más allá de la aridez del paisaje, se sentía la pesada atmósfera de una final anticipada.

Colo Colo, viajando con la moral alta tras una racha de tres victorias consecutivas, llegaba a los 2.300 metros de altura buscando ratificar su clasificación a la Copa Sudamericana.

Cobresal, el local, entendía que ganar era el único camino para superar al «Cacique» en la tabla. Las tribunas, pintadas con los colores naranjas y blancos, eran testigos mudos de lo que sería una tarde de pesadilla para los de Macul.

El pitazo inicial del árbitro Patricio Polic (o Ángel Santibáñez, dependiendo de la fuente) desató un vendaval. Cobresal, dirigido magistralmente por Gustavo Huerta, aplicó una presión asfixiante desde el minuto uno.

El mediocampo albo, con Leonardo Gil y Arturo Vidal intentando manejar los hilos, se vio rápidamente superado por la dinámica del local.

Y la alta presión rindió frutos. A los 12 minutos, una desinteligencia fatal entre Emiliano Amor y Óscar Opazo permitió que el balón quedara servido para César Munder. El atacante no perdonó. Con un toque sutil, batió a Brayan Cortés y desató el primer grito minero.

Colo Colo intentó reaccionar, pero sus avances eran lentos, predecibles, y se estrellaban una y otra vez contra la muralla defensiva comandada por Francisco Alarcón. El equipo de Fernando Ortiz se fue diluyendo con el correr de los minutos, y justo cuando parecía que lograría irse al descanso con una mínima desventaja, llegó la estocada final.

En el minuto 44, una jugada de pizarrón por la banda izquierda terminó con un centro preciso que encontró a Diego Coelho. El ariete uruguayo, implacable en el juego aéreo, conectó un cabezazo que se coló pegado al palo, dejando el 2-0. Un mazazo sicológico que resonó fuerte en el camarín visitante.

Ortiz movió el banco en el entretiempo, buscando aire fresco y velocidad con los ingresos de Leandro Hernández y Salomón Rodríguez, pero la intención duró solo cinco minutos.

A los 50 minutos, Cobresal sepultó toda esperanza. El protagonista fue nuevamente César Munder, quien recibió el balón lejos del área.

Lejos de buscar un pase, el «7» se perfiló y soltó un misil de derecha que se clavó en el ángulo de forma espectacular. Un golazo de antología, desde unos 35 metros, que no solo amplió la ventaja a un lapidario 3-0, sino que sirvió para confirmar una cosa: esa tarde, Colo Colo no tenía nada que hacer en El Salvador.

El resto del partido fue un trámite. Cobresal manejó el ritmo con inteligencia, incluso perdonando alguna ocasión más, mientras que Colo Colo se resignó a intentar generar juego sin éxito, evidenciando una preocupante falta de profundidad. La cara de desazón de Gil, Vidal y Palacios reflejaba la dura realidad: el sueño de la Sudamericana se esfumaba en el desierto.

Con este triunfo categórico, Cobresal saltó al quinto lugar con 47 puntos, metiéndose de lleno en zona de copas. Colo Colo, en cambio, cayó al octavo puesto con 44 unidades, fuera de todo.

Ahora, el «Cacique» no depende de sí mismo y necesitará que se alineen los astros en la última fecha para no terminar una temporada con sabor a fracaso internacional.

La altura y la solidez minera fueron un muro infranqueable. Cobresal no solo ganó: dio una lección de efectividad y manejo de partido, dejando a Colo Colo con la mochila llena de dudas a una fecha del final.